Hay cosas que no queremos ver ni oler... salen de nuestro interior más oscuro y las ocultamos a la vista de todos. Los más lujosos palacios, las más valiosas moradas y hasta los más preclaros hombres generan esos residuos molestos que afectan los sentidos de los seres sensibles.

Para eso, desde el principio de los tiempos, existen las cloacas. Allí va todo lo feo, lo malo, lo asqueroso y lo molesto. El infierno, ese que imaginamos como terrible, también tiene las suyas.

lunes, 19 de abril de 2010

Edgar Allan Poe




Hubo una vez, un escritor oscuro, descargando ávidamente por su terrible pluma, sus más horribles pensamientos. Luego miles leímos esa prosa en lúgubres páginas de tenebrosas voces y buscando en sus siniestros lances, insistimos en el juego del miedo que su genio magistral nos proponía, sintiendo a nuestra espalda a medianoche el más inexplicable escalofrío.
Muy pronto abandonó este mundo dejándonos su obra inolvidable desde entonces en nuestras bibliotecas, a la espera de jóvenes espíritus para atraparlos en su infierno de poesía. No volveré a esas páginas me dije, no más aves oscuras, fantasmas, máscaras ni péndulos... pero el canto de sirenas de sus libros nace y en el silencio de la noche vuelve.